Como los abejorros seleccionan las flores
De la misma manera que los viajeros concluyen qué restaurante es bueno por el número de automóviles estacionados en el parking, los abejorros deciden qué flores visitar viendo cuáles de ellas tienen ya visitantes.
Los experimentos realizados han mostrado que los abejorros que vieron a otros buscando alimento en flores verdes artificiales tenían el doble de probabilidades de escoger dichas flores verdes por encima de otras anaranjadas cuando llegaba su turno de alimentarse.
El hallazgo es la primera demostración de que los insectos pueden aprender a través de la simple observación de la conducta de otros insectos. Bradley D. Worden, ecólogo conductual de la Universidad de Arizona (UA) en Tucson, llevó a cabo su trabajo con Daniel R. Papaj, profesor de ecología y biología evolutiva de la UA.
Los investigadores entrenaron abejorros para visitar un color particular en busca de comida utilizando «flores artificiales» (círculos verdes o anaranjados de papel que tenían 7 cm de diámetro). En algunas de las «flores» los abejorros podían alimentarse en mechas de algodón empapadas con agua azucarada. Sin entrenamiento, los abejorros tendían a preferir el color anaranjado sobre el verde. Los abejorros, que pueden ver fácilmente la diferencia entre los dos colores, aprendieron a preferir el color que tenía el agua azucarada.
Los abejorros entrenados visitaron un área de alimentación que tenía tres círculos verdes y tres anaranjados. Un tubo pequeño de plexiglás con un puerto de observación fue posicionado a 25 cm de distancia. A otros abejorros, uno a uno, se les permitió apretar sus caras contra el puerto y mirar de 3 a 12 abejorros entrenados alimentarse durante 10 minutos. A esa distancia, un abejorro observador podía notar que había congéneres suyos en las flores, pero probablemente no lo que hacían. Un conjunto separado de abejorros observadores sirvió como control: tenían que mirar el área de alimentación, sin abejorros en ella, durante 10 minutos.
Entonces se apagaron las luces y los abejorros que se estaban alimentando y sus «flores» fueron retiradas. Un nuevo conjunto de tres flores artificiales verdes y tres anaranjadas fue instalado en el área de alimentación, pero las flores no tenían comida y la distribución de los colores particulares era diferente de la que los abejorros habían observado.
Se permitió entonces que los abejorros observadores, uno a uno, visitaran las flores artificiales. Los que habían observado a otros alimentarse en las verdes tuvieron el doble de probabilidades de visitar los círculos de ese color. Esto no ocurrió en cambio con los abejorros del grupo de control.
Para asegurarse de que los abejorros observadores no eran influenciados de alguna manera por señales de olor, Worden empleó en una nueva tanda de pruebas modelos de abejorro de tamaño real hechos de resina, pintados con los colores pertinentes y con alas de verdad pegadas encima. Entonces repitió los experimentos con un nuevo conjunto de abejorros observadores que espiaban el «comportamiento» de los modelos. Cuando les llegó el turno de alimentarse, los observadores prefirieron el color que los abejorros maniquí estaban «visitando».
Imagen: Un abejorro Bombus impatiens, a la izquierda, junto a un modelo artificial. (Foto: Brad Worden)
Fuente: Universidad de Arizona
Traducción: Noticias21