SemBioSys Genetics Inc. una compañía de biotecnología, ha anunciado que su planta de producción de insulina ha demostrado en pruebas realizadas en animales que es equivalente desde el punto de vista químico, estructural y funcional a la insulina humana de gradación farmacéutica de EE.UU.
Los resultados de los ensayos analíticos, in vitro y en vivo confirman que la insulina producida en cártamo, el cultivo comercial de SemBioSys, es indistinguible de la insulina humana, tanto analítica como fisiológicamente. La autenticidad química y estructural se ha confirmado a través de la espectrometría de masas y del análisis de identificación de los péptidos. La funcionalidad de la insulina producida por cártamo se ha demostrado gracias a la utilización de los ensayos de fosforilación de receptores in vitro, confirmando la actividad biológica en células humanas.
Finalmente, SemBioSys ha demostrado su equivalencia funcional a través de la conducta de un test de la tolerancia a la insulina realizado en ratones, que controla los niveles de glucosa en sangre como variable del ensayo.
La demanda de insulina para el tratamiento de la diabetes alcanzó la cifra estimada de entre 5.000 y 6.000 kilos en 2005, y está previsto que aumente hasta los 16.000 kilos en el año 2012. SemBioSys cree que su insulina producida por cártamo puede reducir los costes de capital en comparación con la fabricación de insulina existente en un 70%, y los costes de producción en un 40% o más.
Fuente: Electrónica fácil
Científicos del CSIC y de la Universidad de La Laguna (Tenerife) han descrito por primera vez cómo una bacteria marina obtiene energía de la luz para crecer, cuando hasta ahora se pensaba que los únicos seres vivos capaces de utilizar la luz en el mar eran las algas, a través de la fotosíntesis.
Este trabajo, que se publica en el último número de la revista Nature y que incluye además a varias instituciones científicas de Suecia, desvela que una bacteria marina aprovecha la luz para estimular su crecimiento gracias a una molécula (la proteorodopsina), y su presencia modificaría el flujo de carbono en la superficie del océano, según los científicos.
La mayor parte de las bacterias marinas es heterotrófica (requiere materia orgánica para su crecimiento), y al igual que todos los animales, respiran oxígeno y producen dióxido de carbono. No obstante, según el científico Carles Pedrós-Alió del CSIC, «estudios moleculares recientes han detectado en algunas bacterias marinas un mecanismo alternativo de obtención de energía, a través de la luz».
Del mismo modo que los paneles solares aprovechan la energía del Sol para convertirla en energía eléctrica, las proteorodopsinas, unidas a una molécula de retinal, utilizan la energía solar para convertirla en energía bioquímica. Esta energía «extra» les proporciona mayor eficiencia de crecimiento, de forma que consumiendo la misma cantidad de materia orgánica, consiguen formar una descendencia hasta cuatro veces mayor.
Como consecuencia de este proceso, una comunidad microbiana rica en estas bacterias crecería más y produciría mucha más materia orgánica en partículas a partir de la misma cantidad de sustrato, lo que proporcionaría más alimento a niveles más altos de la red trófica marina y aceleraría el ciclo de carbono, según los expertos.
Estas implicaciones en el flujo de carbono en el océano afectan así a la regulación de la concentración de CO2 en la atmósfera y a los mecanismos implicados en el cambio global.
Fuente: EFE