Y no sólo es grande, además tiene una enorme fuerza gravitatoria, para hacernos una idea, una persona que pesa 70 kilos en la Tierra pesaría en ese planeta alrededor de una tonelada.
El HAT-P-2b, que tiene un movimiento de traslación de sólo 5,63 días, se mueve en una órbita elíptica que lo acerca a casi cinco millones de kilómetros de su sol para alejarse luego a unos 15,3 millones de kilómetros. Su sol, es casi dos veces más grande y más candentes que nuestro Sol, y fue ubicado a unos 440 años luz en la constelación de Hércules.
Investigadores norteamericanos de la compañía Ambient en colaboración con el Instituto para la Rehabilitación de Chicago han desarrollado una silla de ruedas que se mueve con el pensamiento sin necesidad de un interfaz cerebro-máquina, según publica Newscientist y que podemos ver en el vídeo.
Para lograr esta hazaña, han ideado un sistema que capta las señales eléctricas enviadas a los músculos de la laringe, son estas señales las que le permiten descifrar las palabras en las que el paciente ha pensado mediante un ordenador, que luego se convierten en instrucciones para la máquina. Pero esto no es todo, ya que los propios investigadores aseguran que el sistema podría asimismo devolver la voz a determinadas personas que han perdido el habla.
La silla camina incluso si el paciente no tiene la capacidad de producir palabras coherentes, debido a un defecto físico como una coordinación muscular deficiente. La única condición es que el sistema pueda tener acceso al flujo que recorre el músculo de la laringe, lo que significa que esta tecnología no es válida para todo tipo de pacientes que usan silla de ruedas.
Lo más destacable es no depender de una interfaz neuronal, lo que abre un nuevo episodio de las relaciones hombre máquina y pone de manifiesto que no siempre es necesario un interfaz cerebro-ordenador, que se aplica en otros cometidos. Simplemente pensando en algunas palabras concretas como “adelante”, “despacio”, “derecha, etc., la silla es capaz de desplazar al usuario.