Durante las últimas décadas, los padres y los médicos han observado que las conductas de los niños con trastornos del espectro autista (TEA) tienden a mejorar durante una fiebre. Esta sospecha se ha confirmado con un estudio publicado en la revista Pediatrics, en la que los investigadores del Instituto Kennedy Krieger han demostrado este efecto.
El estudio evaluó a niños autistas durante y después de un episodio de fiebre encontrando una disminución de los comportamientos autistas en el grupo control. La comprensión de cómo la fiebre afecta al comportamiento de estos niños nos puede dar una idea de las causas del desorden y un potencial trato curativo.
Las conexiones entre diferentes regiones del cerebro no se efectuan en los niños con autismo, lo que limita su capacidad para comunicarse y socializarse. Sin embargo, los rápidos cambios de comportamiento observados con la aparición de la fiebre sugiere que las distintas regiones del cerebro son, de hecho, capaces de conectarse y comunicarse entre sí, algo no contemplado hasta la fecha. Como se desencadena esto, es de momento, toda una incógnita.
El estudio se ha realizdo en 30 noños niños autistas con edades comprendidas entre 2 y 18 años, durante y después de un episodio de fiebre, definiéndose ésta superior a 38,0ºC. Estos datos fueron comparados con los datos recolectados en otros 30 niños que no padecían la enfermedad. Los resultados revelaron que más del 80% de los niños autistas mostraron alguna mejoría en su comportamiento y aproximadamente el 30% mostró mejorías drásticas.
Según una investigación publicada en la revista Current Biology, los chimpancés de cinco años tienen mejor memoria fotográfica que los estudiantes universitarios, acabando con la idea de la superioridad humana en todas las funciones cognitivas.
El equipo de investigadores de la Universidad de Kyoto (Japón) hizo una serie de pruebas a tres parejas de madres y crías de cinco años de chimpancés que competían con estudiantes universitarios en la realización de unos ejercicios de memoria numérica. Todos los chimpancés aprendieron a contar del uno al nueve, luego, se mostraban varios números en una pantalla, para posteriormente los participantes señalar a través de pantalla táctil que número aparecía, dónde y en qué orden.
Los chimpancés jóvenes lograron memorizar la mayoría de los números, independientemente del tiempo que estos aparecían en la pantalla, que era menor a medida que avanzaba la prueba. Sin embargo, según los investigadores, en el caso de los estudiantes universitarios se dieron peores resultados cuanto menor era el periodo de tiempo que el número aparecía en la pantalla.
En general, las crías de chimpancés dieron un mejor resultado que sus madres. Según los investigadores, en el caso de los chimpancés ocurre algo parecido a la conocida «memoria fotográfica» , que es una capacidad que poseen algunos niños y que tiende a empeorar con la edad.
Los resultados del estudio son sorprendentes para la mayoría de gente que considera que los chimpancés son inferiores a los humanos en todas las capacidades cognitivas. Sin embargo, los científicos aseguran que esto es tan sólo la punta del iceberg.
A continuación podéis ver el vídeo del experimento.
Fuente: EFE
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Un grupo de científicos asociados a National Geographic han anunciado el descubrimiento de un dinosaurio momificado, algo poco habitual, cuyos restos incluyen huesos, piel y músculos parcialmente intactos.
El descubrimiento del hadrosaurio, de casi ocho metros y con 67 millones de años a sus espaldas, es «uno de los hallazgos más importantes de los últimos tiempos», según los descubridores.
Los restos han sido hallados en Dakota, y los resultados de la investigación permitirán conocer con más certeza cómo era la piel de estos seres y a que velocidad se desplazaban.
Los restos fueron hallados fosilizados en piedra (en la imagen), incluidos sus ligamentos, tendones y, posiblemente, hasta sus órganos internos. Los científicos consideran que este hadrosaurio lograba correr a una velocidad de 45 kilómetros por hora, más rápido que el tiranosuario rex, el gran depredador de la época, y que era un 25 por ciento más grande de lo que se pensaba.
Se trata sin duda de un gran hallazgo, pues son pruebas mucho más completas en comparación con los restos desarticulados sobre los que normalmente deben basar sus conclusiones los paleontólogos.