Extraña criatura inmune al dolor
Un grupo de investigadores de la Universidad de Illinois en Chicago ha descubierto como las ratas topo desnudas, lejos de sufrir más dolor, son inmunes a ataques de ácido o los pimientos picantes. Según los científicos, una mejor comprensión de esta resistencia podría conducir a nuevos medicamentos para las personas con dolor crónico.
Estas ratas topo «peladas» viven en situaciones extremas, de hambre, oxígeno y a casi 2 metros bajo tierra en el centro de África oriental. Excepcionalmente, son de sangre fría, una especie única entre los mamíferos.
Los científicos conocían que las ratas topo son muy sensibles al tacto, tal vez para ayudar a reemplazar sus ojos casi inútiles, pero después de estudiar su piel, los investigadores descubrieron inesperadamente que estos roedores carecen de la sustancia química P, lo que provoca que la sensación de quemadura en los mamíferos.
Inyectado en sus patas una ligera dosis de ácido o el ingrediente activo de los pimientos picantes comprobaron que los roedores no mostraron ningún dolor.
«Su falta de sensibilidad al ácido es muy sorprendente», aseguró el neurobiólogo Thomas Park, director de la investigación. «Todos los animales probados, peces, ranas, reptiles, aves y mamíferos, son sensibles a la acidez», apuntilló.
La investigación prosiguió usando un virus modificado para transportar genes de sustancia P a la pata trasera del animal. Una vez inyectado el ácido, comprobaron como la rata topo tampoco mostró síntomas de dolor. Esto sugiere que existe una diferencia fundamental en la forma en que sus nervios responder a ese tipo de dolor.
Los científicos teorizan que posiblemente esta insensibilidad venga provocada por la vida subterránea, acostumbrados a exhalar altos niveles de dióxido de carbono, debido, a los conductos mal ventilados donde habitan, que propicia la acumulación en los tejidos volviéndolos más ácidos.
El próximo paso es seguir la investigación para ver si esto puede tener alguna aplicación en humanos. Todos los resultados de lainvetigación se han publicado en la revista PLoS Biology.
Fuente: Live Science