Nanopartículas que mejoran la conducción de fármacos
Investigadores del Instituto de Magnetismo Aplicado de Las Rozas, en Madrid, han descubierto propiedades magnéticas en el oro y el paladio en escala nanométrica, lo que posibilita su aplicación en la conducción de fármacos. Su director, Antonio Herrando, pretende desarrollar una tecnología con imanes externos que ayude a transportarlos al lugar deseado a través del cuerpo.
Según explicó, en un simposio sobre materiales avanzados celebrado en la Fundación Areces, en Madrid, «la base consiste en lograr partículas del orden de dos o tres nanómetros para evitar el riesgo de embolia al introducirlas en el torrente sanguíneo. Una vez obtenidas, y gracias a sus capacidades magnéticas, se pueden ejercer sobre ellas fuerzas con otros campos magnéticos y conseguir que las nanopartículas que transportan los fármacos se acumulen en la zona deseada».
La idea que Hernando considera más adecuada es desarrollar una tecnología que permita aplicar campos magnéticos externos que dirijan a las nanopartículas.
El proceso sería el siguiente: la nanopartícula entra con el fármaco en el cuerpo por venas o arterias, y desde el exterior se aplicaría un campo magnético que acumularía las nanopartículas en la zona deseada.
Pero una explicación tan sencilla esconde numerosas complicaciones: «La ingeniería que se requiere es muy complicada; «habría que crear una máquina que produzca los campos adecuados y con la intensidad suficiente para influir en las nanopartículas».
Biocompatibilidad
Otra de las ventajas de trabajar con el oro a escala nanométrica es su alta biocompatibilidad. «Sus átomos se enlazan fácilmente con el azufre y las aminas, por lo que se puede obtener alrededor de la partícula una especie de ramificaciones donde irían situados los fármacos». De esta forma éstos actuarían en la zona afectada y lo harían con menor riesgo de provocar efectos secundarios. Las posibilidades de trabajar con el oro parecen un filón: «Sabemos que el oro es biocompatible, por lo que no es necesario recubrirlo de un material que minimice los daños en el organismo. Nuestras investigaciones nos han llevado a saber que, trabajando con tamaños de un nanómetro (una molécula de cien átomos), las partículas de oro son magnéticas. Ya tenemos dos importantes ventajas: biocompatibilidad y magnetismo».
Utilizar el magnetismo de las nanopartículas no es algo inusual. Investigadores del Instituto de Nanotecnología de Zaragoza, dirigido por Ricardo Ibarra, han desarrollado una técnica gracias a la cual se introduce un minúsculo imán en el riñón humano. «De esta forma las nanopartículas inoculadas en el cuerpo terminan acoplándose en la zona imantada», explica Hernando, para quien «lo ideal sería realizar el proceso de forma externa».
Hipertermia
Otra de las aplicaciones de las nanopartículas con propiedades magnéticas es el transporte de partículas a una diana concreta para producir hipertermia. «Con las partículas magnéticas tenemos más posibilidades de disipar el calor que con las metálicas. Gracias a la histéresis el calentamiento celular sería más eficaz y aumentan las posibilidades de destruir células enfermas. Las células cancerígenas mueren en temperaturas superiores a 40 ó 42 grados; hay que evitar es un calentamiento del tejido sano; por eso es tan grande la importancia de la selectividad, de decidir dónde actúan las moléculas».
Autor: José A. Plaza
Fuente: Diariomedico