El misterio de los venados
Las células madre juegan un papel fundamental en la extraordinaria capacidad que tienen los ciervos para lograr que sus cuernos crezcan de nuevo, asegura una nueva investigación.
Los antílopes –como también se conoce a los ciervos y a los venados– son únicos entre los mamíferos debido a la habilidad que poseen para regenerar toda una parte de su cuerpo, es decir, un grupo de huesos que se están cubiertos por una especie de piel aterciopelada: la cornamenta.
Especialistas del Royal Veterinary College esperan que el trabajo realizado pueda conducir, algún día, al descubrimiento de nuevas opciones para reparar tejidos humanos dañados.
«La regeneración de la cornamenta de estos animales constituye un misterio para la biología, pero nos encaminamos a entender los mecanismos envueltos en este proceso», aseguró Joanna Prices, profesora del Royal Veterinary College en Londres.
«Los cuernos -añade- representan un modelo natural único que nos puede ayudar a comprender el proceso básico de regeneración, pese a que todavía estamos a una larga distancia de ser capaces de aplicar este trabajo a humanos».
El arma
Las cornamentas son largas estructuras de hueso que, anualmente, crecen, mueren y al llegar a este punto, dan paso a nuevos cuernos.
Éstos crecen en un periodo de tiempo que oscila entre tres y cuatro meses, convirtiéndolos así en uno de los tejidos vivientes de más rápido crecimiento.
Cuando la cornamenta ha alcanzado su tamaño máximo, el hueso se fortalece y la cobertura aterciopelada comienza a caerse.
Una vez que este proceso culmina, solo queda el hueso, el cual se convierte en un arma formidable para pelear.
Al final de la temporada de apareamiento, el venado muda sus cuernos para conservar la energía. El verano siguiente un nuevo par crece del tejido que permanece al frente de la cabeza del animal.
Vínculo hormonal
La investigación sugiere que las células madre -la principales en el cuerpo, con la capacidad de generar distintos tipos de células- apuntalan el proceso.
Éste se encuentra mediado por una especie de camino señalizado y probablemente regulado por hormonas como la testosterona y el estrógeno.
El objetivo a largo plazo de este estudio es comprender de una mejor manera el recorrido químico que se encuentra tras el proceso de regeneración, esperando que pueda ser aprovechado por la medicina para desarrollar tratamientos novedosos para enfermedades como el mal de Parkinson, por ejemplo.
«Si sabemos por qué este animal tiene esta capacidad regenerativa mientras otros mamíferos no son capaces de hacer lo que los ciervos hacen, podemos empezar a preguntar si es posible que ese proceso ocurra si el tejido humano está dañado», comentó Price.
Fuente: BBC Ciencia