Dos investigadores del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), Manuel Ferrer y Ana Beloqui han descubierto un mecanismo, único en la naturaleza, que permite sobrevivir en ácido sulfúrico al microorganismo Ferroplasma acidiphilum (en la imagen).
Este microorganismo podía tratarse del primer poblador de la Tierra hace unos 5.000 millones de años, alimentándose de hierro, que lo incorpora en su interior para estabilizar la estructura espacial de sus proteínas y así poder sobrevivir en medio ácido, un hecho inusual en el resto de organismos.
El descubrimiento de este mecanismo ha generado una gran expectación sobre las primeras etapas de la evolución que permitirá estudiar el origen de la vida.
“El ambiente en el cual Ferroplasma acidiphilum puede encontrarse es una excepción incluso en la actualidad, por lo que este microorganismo podría pertenecer a una rama de la evolución que nunca ha abandonado este ambiente y que, por lo tanto, nunca ha necesitado reemplazar a los hierros fijadores”, detalla Ferrer.
Científicos estadounidenses han logrado “silenciar” un gen que evita la formación en el algodón de las toxinas para el consumo humano, en un desarrollo que podría suministrar cada año proteínas a millones de personas.
Anualmente se producen 44 millones de toneladas anuales de semilla de algodón en todo el mundo, suficiente como para abastecer las necesidades proteicas de más de 500 millones de personas cada año, según señala el artículo en la revista Proceedings, de la Academia Nacional de Ciencias.
Actualmente, esta producción apenas se utiliza para alimento y es que la presencia del compuesto tóxico gosipol, que ejerce un efecto inhibidor en las enzimas digestivas. La semilla de algodón consta de dos partes: la cáscara, de la que se obtiene la fibra y la borra de algodón; y la pepita, de la cual se obtiene el aceite y la harina.
La eliminación del gosipol de la semilla de algodón ha sido durante mucho tiempo una meta de los genetistas, y parece ser que al fin, un equipo del Instituto para Genoma y Biotecnología de plantas en la Universidad A&M de Texas en colaboración con el Departamento de Agricultura de EEUU, empleó exitosamente la ingeniería genética para impedir la biosíntesis del gosipol en el tejido de la semilla de algodón, interfiriendo con la expresión del gen durante el desarrollo de la semilla.
El estudio no solo ha demostrado que es posible reducir significativamente los niveles de gosipol en la semilla de algodón sino que esta característica se transmite a las nuevas generaciones. Una gran noticia, ahora solo hace falta que el desarrollo caiga en buenas manos y sea bien empleado.
Nuevos dispositivos biomédicos implantables que actuen como células artificiales nerviosas, controlen el dolor severo, o permitan que músculos paralizados puedan volver a moverse serán posibles gracias a los progresos que la ciencia está alcanzando combinando la biología y la electrónica.
Los investigadores acumularon capas de nanotubos de carbono para producir una película que era conductora incluso en un grueso de apenas algunos nanómetros. En esa película, hicieron crecer células del precursor de la neurona. Entonces aplicaron un voltaje en una lateral de la película de nanotubos y midieron cualquier efecto eléctrico sobre las células nerviosas. Cuando se aplica un voltaje lateral, una corriente relativamente grande circula a lo largo de la superficie pero solamente una corriente muy pequeña atraviesa la película y las células nerviosas sin dañarlas.
Kotov y sus colegas determinaron que tales dispositivos podían intervenir en la gestión del dolor, pudiendo controlar la actividad de estas células implicadas en la respuesta del dolor reduciendola.
Un dispositivo análogo se utilizó también para estimular las células nerviosas que controlan la contracción del músculo. Los investigadores también sugieren que este estímulo se podría aplicar a las células del músculo del corazón estimulando así este preciado órgano.
Pese a los buenos resultados, el grupo de científicos advierte que todavía queda mucho camino por recorrer para que estos dispositivos lleguen a estar disponibles para los médicos, pero sin duda, tienen un futuro prometedor.
¿Como sería nuestro día a día si fuésemos una célula? En este fantástico vídeo podemos seguir a un leucocito (glóbulo blanco) de paseo por los vasos sanguíneos. Shora nos cuenta que en el recorrido nos encontramos con muchos elementos que nos han acompañado en más de una clase de biología, mitocondrias, el Aparato de Golgi, microfilamentos… que gracias a esta producción, y sin dejar de lado el rigor científico, podemos observar y recorrer «de la mano» de esta célula.
Me viene a la cabeza la película El chip prodigioso, que la recuerdo con el cariño que brinda una mirada atrás a la niñez.
Según un reciente estudio de la Universidad de California en San Francisco publicado en la revista Nature, el veneno de las tarántulas y los pimientos chile comparten mecanismos moleculares que activan el dolor.
Los investigadores han identificado tres moléculas en el veneno de tarántula que dan lugar a que el mordisco de la araña sea tan doloroso. Los péptidos activan el mismo receptor que el componente picante de los pimientos chiles, lo que sugiere que las tarántulas y las plantas de estos pimientos picantes utilizan tácticas agresivas similares para alejar a los depredadores.
Se conocen muchos aspectos de las toxinas específicas de las arañas que producen choques, parálisis y mortalidad, pero se sabe menos sobre las moléculas que promueven el dolor y la inflamación.
Los científicos describen en su estudio tres partículas aisladas de la tarántula de India Occidental «Psalmopoeus cambridgei«, que se unen y activan a un receptor específico de las neuronas sensoriales para provocar el dolor. Cuando se inyectan estos péptidos directamente en la pata de un ratón se observa inflamación y el ratón actúa como si se sintiera dolorido, pero sólo si poseen el receptor.
El receptor, que permite a los iones pasar a través de la membrana de la célula, también es activado por la capsaicina, el componente activo del chile, los pimientos picantes.
El estudio sugiere que la P. Cambridgei y las plantas del chile utilizan mecanismo de señalización molecular similares para provocar dolor y espantar a sus depredadores.
Investigadores de las Universidades de Texas y Minnesota han “creado” el primer ratón transgénico cuyo sistema inmunológicoresponde como el de los seres humanos ante agresiones de virus y bacterias propias de los hombres. Esto podría acelerar muchísimo el paso de vacunas y medicamentos probados con animales que luego deben adaptarse a los humanos.
Según publica Nature, el llamado ratón quimera, se ha desarrollado mediante la transformación de sus defensas debido a la acción de células estaminales humanas.
Los expertos, aseguran que esos ratones quimera son vulnerables a una gran variedad de virus propios del hombre, que anteriormente no se podían analizar con facilidad.
Esta creación es catalogada como un gran avance en el combate de las enfermedades infecciosas, sobre todo si se tiene en cuenta que los ratones normales no son susceptibles a infecciones provocados por virus atacantes de humanos.
Al menos eso asegura Seth Shostak, experto del sistema SETI de exploración extraterrstre. Para lograr esto, Shostak se basa en el gran desarrollo que la radioastronomía está sufriendo, y la utilización de radiotelescopios 100 veces más potentes que los actuales.
De todos modos, hay que aclarar que esa inteligencia sería muy distinta a la humana, pero el experto no especificó exactamente que tipo de inteligencia espera encontrar.
Estas declaraciones las realizó durante el 57 Congreso Internacional de Aeronáutica, al cual asistieron astrónomos de todo el mundo, filósofos y científicos en general.
Shostak no fue el único en apoyar esta hipótesis, varios expertos más destacaron que en las cerca de 490000 millones de galaxias que existen semejantes a la Vía Láctea hay una probabilidad real de que exista vida inteligente.
El proyecto SETI (Search for Extraterrestral Intelligencia), diseñado para encontrar inteligencia extraterrestre comenzó su funcionamiento hace más de 40 años y utiliza grandes radiotelescopios para el envío de frecuencias de ondas de radio con la intención de “escuchar el espacio”.
Unos investigadores alemanes han descubierto la manera de generar biodiesel utilizando microorganismos. El estudio ha sido publicado en la General Microbiology, y podría revolucionar este tipo de combustible, ya que la obtención resultaría todavía más económica.
La bacteria Escherichia coli, modificada genéticamente se encargaría de fermentar la materia prima, que podría tratarse de azúcares, madera, paja o cualquier material celulósico. Mediante este proceso se obtendrían etil esteres de ácidos grasos ricos en etil-oleato y pequeñas cantidades de etil palmiato y etil palmitoato, composición distinta al bioesel actual, constituido mayormente por metil diester.
Esto no supondría un problema y permitiría abaratar aun más los costes de la creación de este biodiesel de segunda generación, denominado microdiesel, que además reduciría los graves problemas de competencia de los cultivos bioenergéticos con los alimentarios.
Investigadores de la Universidad del Estado de Pensilvania están estudiando la cuscuta, una planta parasitaria capaz de olfatear a sus presas, generalmente otras plantas como el tomate, la cebolla, los cítricos y algunos más.
Lo curioso del caso es que los investigadores creían que esta planta crecía en direcciones aleatorias y se encontraba de forma casual con las plantas que parasitaba, pero han descubierto que no es así, que esta planta es capaz de detectar a sus presas y dirigirse hacía ellas.
Existe el problema de que los compuestos químicos utilizados para eliminarla también dañan los cultivos afectados. Hasta la fecha no se ha encontrado un remedio para detener los instintos nutritivos de esta planta, aunque se cree que detecta a sus presas por los compuestos químicos que estas liberan en el aire.
Unos científicos han conseguido que ratones de laboratorio se pongan morenos sin necesidad de “tomar el sol”, evitando así los problemas derivados de “tostar” nuestro cuerpo. Para ello, han desarrollado un producto que activa la maquinaria natural productora del bronceado. De este modo evitamos que los rayos ultravioletas, que son muy energéticos, penetren en la piel destruyendo y mutando el ADN de las células, degenerando en algunos casos en cáncer de piel o melanoma.
Se observó como después de 2 semanas los ratones eran prácticamente negros, resistentes a las quemaduras del mismo modo que ratones bronceados de forma natural y con menor facilidad para adquirir cáncer de piel.
Ahora el reto consiste en buscar un compuesto similar para personas, de hecho, no ven ninguna razón para que este mismo no pueda funcionar en humanos, pero aun no se han realizado pruebas.
La verdad que veo muchas aplicaciones, y no simplemente como prevención, algunas empresas de cosméticos ya se estarán frotando las manos.