Visitando Meneame, me encuentro con esta joya televisiva, con dos genios, cada uno a su estilo, cara a cara. Se trata de una entrevista realizada por Andreu Buenafuente a Eduard Punset, famoso divulgador científico español.
Os recomiendo que veáis la entrevista entera, dura 25 minutos, y si no, al menos el principio, las primeras reflexiones de Punset y la cara de Buenafuente son impagables, didáctico y divertido a partes iguales 😀
O almenos, eso opina Mary Schweitzer, paleontóloga molecular, investigadora de la Universidad de Carolina del Norte que fue la primera científica en conseguir averiguar el sexo (hembra) de un tiranosaurio de hace 68 millones de años.
Su idea, la que la ha llevado desde su laboratorio a los periódicos del mundo entero es, como la mayoría de las que son buenas, sencilla: aplicar a los restos fósiles las mismas, o parecidas técnicas, a las que aplica cualquier biólogo a los tejidos vivos para estudiarlos. Si a esto añadimos el hecho de que, sorprendentemente, existen ciertos tejidos blandos de dinosaurios (vasos sanguíneos, venas o células óseas) que no fosilizan y que siguen siendo «blandos» setenta millones de años después, tenemos todos los elementos necesarios para obtener, por un lado, resultados sorprendentes y, por otro, una nueva disciplina científica que ella misma ha bautizado: paleontología molecular.
En estrecha colaboración con Jack Horner, uno de los más prestigiosos paleontólogos del mundo («él encuentra los dinosaurios y yo los analizo»), Mary Schweitzer ha conseguido demostrar que determinado ejemplar de tiranosaurio hallado por Horner en el desierto de Montana era hembra, cosa hasta ese momento imposible. Actualmente, sigue empeñada en encontrar, en el interior de las células de estos raros tejidos prehistóricos que la buena suerte ha conservado casi intactos, material genético suficiente como para empezar a encontrar las respuestas que faltan.
Franklin Chang-Díaz es Físico, astronauta de la NASA, director del Advanced Space Propulsion Laboratory de Houston (EE.UU.) e inventor del cohete VASIMR. Nacido en Costa Rica en 1950, curtido en siete misiones al espacio, Chang-Díaz investiga con motores de plasma en el Laboratorio de Propulsión Avanzada de Houston. Su objetivo es impulsar con ellos el cohete Vasimr para usarlo en próximos vuelos a Marte.
El Transbordador Espacial, que fue diseñado con el objetivo de situar a personas y objetos en órbita terrestre, ha cumplido su misión con éxito, pero para ir a otros planetas y sistemas solares harán falta motores de propulsión interplanetaria mucho más avanzados. Una de las propuestas más prometedoras es el VASIMR (Cohete de Magnetoplasma de Impulso Específico Variable), diseñado por Franklin Chang Díaz, cuya pasión por las naves espaciales viene de lejos –“construí mi primer cohete cuando era niño, en Costa Rica, jugando con mis primos. Era un montaje de cajas de cartón, con sillas por dentro. Tenía hasta radio”–, su nuevo «invento» podría propulsar naves espaciales a Marte en viajes de menos de cuatro meses si logra superar algunos obstáculos técnicos y financieros.
En 1996 el equipo de Giacomo Rizzolatti, de la Universidad de Parma (Italia), estaba estudiando el cerebro de monos cuando descubrió un curioso grupo de neuronas. Las células cerebrales no sólo se encendían cuando el animal ejecutaba ciertos movimientos sino que, simplemente con contemplar a otros hacerlo, también se activaban.
Se les llamó neuronas espejo o especulares.
En un principio se pensó que simplemente se trataba de un sistema de imitación. Sin embargo, los múltiples trabajos que se han hecho desde su descubrimiento, el último de los cuales se publicó en Science la semana pasada, indican que las implicaciones trascienden, y mucho, el campo de la neurofisiología pura.
El sistema de espejo permite hacer propias las acciones, sensaciones y emociones de los demás. Su potencial trascendencia para la ciencia es tanta que el especialista Vilayanur Ramachandran ha llegado a afirmar: «El descubrimiento de las neuronas espejo hará por la psicología lo que el ADN por la biología». Rizzolatti ha pasado fugazmente por Madrid para participar en el simposio El Sustrato de la Sociedad del Conocimiento: El Cerebro. Avances Recientes en Neurociencia organizado por el Instituto Pluridisciplinar de la Universidad Complutense y por la Fundación Vodafone.
Almenos eso afirma Adrian Bachtold, (Londres, 1972), un joven físico de nacionalidad franco-suiza que ha recibido 1.250.000 euros en la edición de 2005 de los premios EURYI y que ha recalado en Barcelona tras haber estado en laboratorios punteros de Francia, Holanda y Estados Unidos. Aquí comparte su dedicación entre el Centro Nacional de Microelectrónica (CNM) y el Instituto Catalán de Nanotecnología (ICN) para investigar las propiedades fundamentales de los nanotubos de carbono.
Pregunta. ¿Qué le trajo a Barcelona?
Respuesta. Por razones profesionales, mi esposa y yo empezamos a buscar un lugar donde ambos pudiéramos proseguir con nuestras respectivas carreras. Estuvimos valorando distintas opciones en EE UU y Europa hasta que dimos con Barcelona.
El biólogo Antón Vila coordina en Berkeley uno de los experimentos científicos más ambiciosos de Estados Unidos: conseguir la primera célula sintética. El viejo mito de Frankenstein cobra realidad científica en uno de los proyectos más ambiciosos de la investigación en Estados Unidos. La consecución artificial de un mínimo organismo vivo, el sueño que siempre rondó la mente de los biólogos, es la meta que se ha fijado un equipo científico dirigido en Berkeley por el biólogo coruñés Antón Vila bajo la supervisión del peruano Carlos Bustamante, firme candidato al premio Nobel de Química y asesor de la poderosa Fundación Howard Hughes, al que la revista Nature dedicó recientemente una portada por sus investigaciones sobre el ADN.
El catedrático español Antonio Ruiz de Elvira, responde a una interesantísima entrevista abierta llevada a cabo a través de El Mundo. Las preguntas, realizadas por diversos internautas, sirven al catedrático para analizar la relación del cambio climático con las últimas catástrofes naturales que han asolado el planeta, la más reciente de las cuales ha sido el huracán ‘Katrina’.
Según comenta, estariamos más cerca de una era glacial de lo que muchos suponiamos, de no reducir las actuales emisiones de CO2 en cuestión de 100 años podríamos padecer dicho enfriamiento. Primero se produciría un gran calentamiento (ya lo estamos padeciendo), seguido de una desertificación progresiva y de repente, en 20 años una glaciación.
Como veis, las previsiones no son muy alentadoras, a continuación tenéis la entrevista.